La mar de viento, bella, encantadora como una mujer, oleajes dicontinuos, desordenamente atractivos, alocadamente discreta, como si ejecutara un baile a deshoras, presumiendo de cabellera con su espuma en la cresta de esas olas que ipnotizan y enamoran los ojos de cualquier hombre.
La mar de viento, bella, encantadora como una mujer, oleajes dicontinuos, desordenamente atractivos, alocadamente discreta, como si ejecutara un baile a deshoras, presumiendo de cabellera con su espuma en la cresta de esas olas que ipnotizan y enamoran los ojos de cualquier hombre.
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